Si

Si dejé todo fue para comenzar verdaderamente de cero y llegué a Londres sin nada, sin ropa, sin el maquillaje, me pinté el pelo de otro color, vivo en un lugar apartado de lo que viví en NY y ahora soy mesera.

Cuando llegué aqui tenía un buen trabajo asegurado, una carrera ascendente pero ¡Que diablos! Ya no queria tanta presión, viajar de aqui para allá sintiendo que nada era mío. Y pedí trabajo en un restaurante de comida italiana.

Es raro, la gente aqui tiene fama de ser muy fría pero a mi todo el mundo me ha tratado bien, creo que volví a muchos origenes y para todos soy la tímida mexicana que llegó por azares del destino a Londres en busca de una mejor calidad de vida.

Y sí. La que llevaba ya no me gustaba.
Vivo en un pequeño suburbio y nadie me exige más de lo que sé. Me disculpan por mi lmal inglés altamente agringado pero se ríen cuando les comento que aprendí en una escuela en México.

Mi departamento actual mide lo mismo que la sala del antiguo, quizá por eso me siento más conmigo que con el recuerdo del pasado. Desde que llegué no he tenido una cita ni me he emborrachado con whiskey. Es más, ya no fumo.
Salgo por las mañanas a hacer ejercicio, siempre salgo a correr. Mi sueño es comprarme un labrador pero espero hacerlo algún día con lo que gane de propinas. El dinero de Edw lo tengo guardado, aún no sé que hacer con él pero puede servirme como urgencia, mientras no lo toco para nada.
Entro a trabajar a las tres de la tarde, a la hora del té. Así que llego comida al trabajo, después de un masaje de pies y de ahí hasta las once o doce de la noche, en su defecto hasta que el último cliente se vaya.

Es gracioso, nadie me sigue ni me ha pedido mi teléfono. Creo que los londineses sí que son fríos. Pero eso me permitió ser más yo. O empezar esa búsqueda intensa.

Hoy salí temprano, estoy en la casa de una amiga que sí tiene internet. Yo a duras penas tengo teléfono. Pero aqui estoy contando que creo que esta vida, me gusta más que la anterior.